A partir de los 14 de años comienza el contacto habitual con Internet. Desde estas edades, aparecen notables cambios en la rutina de conexión de cada usuario: menos límites a la hora de conectarse y experimentar, la llegada de su primer móvil, las redes sociales, etc.
También tienen lugar una serie de cambios en su desarrollo psicológico y emocional, que pueden influir en sus objetivos a la hora de conectarse: ya no solo les interesan los juegos en línea o el entretenimiento audiovisual, también las comunicaciones y relaciones sociales que pueden crear en Internet.
Es importante que, al hablar con adolescentes sobre ciberseguridad, lo hagamos como personas capaces de conocer e interiorizar información y conocimientos: no son niños o niñas, son jóvenes que tienen capacidad para entender a qué nos referimos con riesgos.
El objetivo de tratar con ellos los riesgos que entraña Internet es hacerles más conscientes, recordarles información que posiblemente ya han oído anteriormente y reforzarla con nuevas recomendaciones.